jueves, 29 de mayo de 2014

Pitágoras y la Tetraktys


Los Misterios  y los Iniciados
La ciencia era, antiguamente, aprendida por unos pocos; se transmitía con su lenguaje metafórico, esotérico y secreto a cierta clase de hombres que se les exigía raras cualidades morales. Estos “eligidos” eran separados del vulgo y eran expuestos ante emblemas y símbolos con el fin de desarrollar sus espíritus perspicaces en pos del desarrollo espiritual. Estos hombres muchas veces eran escogidos para liderar el pensamiento y el espíritu de su tiempo debiendo irradiar muchas veces entre sus semejantes el correcto uso de estos símbolos para que así pudieran perdurar durante siglos de siglos.
Unos de los misterios que se estudian en el Arte real en primer grado es el símbolo ternario, esto tiene sus orígenes en antiguas civilizaciones: el antiguo egipcio y su influencia en los pitagóricos.
Para la doctrina pitagórica el ‘Número’ es la ‘medida’ de todas las cosas y la raíz de las proporciones de la Armonía Universal, manifestada por la música, las matemáticas y la gramática, como lo atestiguan sus famosos versos de oro, donde estas ciencias están allí reunidas, conformando una Cábala de la que tampoco están excluidas las estrellas y los planetas y que tienden a la transmutación del ser humano mediante la Inteligencia, la Sabiduría, el Amor y la Belleza.
Pitágoras
Según los cronistas, Pitágoras nace en el 570 a. C. proveniente del Asia menor (Isla de Samos). Luego más tarde se traslada a Crotona al ser desterrado por Polícrates de Samos. Se le atribuyen varios viajes a oriente, entre otros a Persia, donde hubo de conocer al mago Zaratás, es decir, a Zoroastro o Zaratustra. De los egipcios heredó la Geometría y el arte de la adivinación; de los fenicios aprendió la aritmética y el cálculo; y de los caldeos la investigación de los astros. Además obtuvo una formación y disciplina de los sacerdotes egipcios. Dentro de la comunidad que él fundó (pitagóricos), se le atribuían todas las investigaciones realizadas. A Pitágoras se debe el origen de la palabra Filosofía, al considerarse él mismo un amigo (filo) de la Sabiduría (Sofía), referido a aquella que verdaderamente rescata al ser humano de la ignorancia procurándole la Gnosis, el Conocimiento de sí mismo
Pitágoras es el continuador de la tradición órfica y sus misterios iniciáticos, que adapta a su tiempo, recibiendo también las enseñanzas cosmogónicas y metafísicas de los sacerdotes egipcios (es decir de Thot-Hermes) y de los astrónomos-astrólogos caldeos durante el transcurso de los viajes que realizó por Egipto, Siria y Babilonia. Como nos dice Diógenes Laercio, uno de los más antiguos biógrafos de Pitágoras:
“Jóven y ávido en ciencia, abandonó su patria y fue iniciado en todos los ritos mistéricos, tanto en los griegos como en los bárbaros. Luego fue a Egipto…; de allí pasó a conocer a los caldeos y a los magos. A continuación en Creta con Epiménides entró en la caverna de Ida, pero también en Egipto había entrado en los santuarios y había aprendido los arcanos de la teología egipcia. Desde allí regresó a Samos y, al hallar a su patria bajo la tiranía de Polícrates, se embarcó hacia Crotona de Italia. Allí otorgó leyes a los italiotas y logró una gran fama junto con sus seguidores, que en número de unos trescientos administraban de manera óptima la cosa pública, de modo que su gobierno fue casi una aristocracia.”
El pensamiento de Pitágoras fue recogido por sus discípulos y difundido por toda la cuenca mediterránea y el Cercano Oriente, alumbrando especialmente en la Alejandría hermética y gnóstica de los primeros siglos de nuestra era, influenciando a los primeros Padres de la Iglesia (como los neoplatónicos Clemente de Alejandría, Dionisio Areopagita, Orígenes, Máximo el Confesor y San Agustín), por cuyo conducto pasa a la Edad Media,  resurgiendo con fuerza durante el Renacimiento. De hecho, la concepción pitagórica del Número-Idea y la estructura geométrica y filosófica que le acompaña y que lo traduce al lenguaje humano también influye en el esoterismo judío (la Cábala) e islámico (el Sufismo), y desde luego no ha dejado de estar presente en el pensamiento científico y matemático de los últimos siglos.
Pitágoras  y la Masonería
Pitágoras encontró en la Tetraktys (sobre la que prestaban su juramento los pitagóricos) el modelo numérico y geométrico que mejor expresaba esa Armonía. La tetraktys es el número perfecto y la clave de la doctrina y es posible que jugase un papel muy importante en la trasmutación del alma:
 La Santa Tetraktys pitagórica
  1. La Unidad: Lo Divino, origen de todas las cosas. El ser inmanifestado.
  2. La Díada: Desdoblamiento del punto, origen de la pareja masculino-femenino. Dualismo interno de todos los seres.
  3. La Tríada: Los tres niveles del mundo: celeste, terrestre, infernal, y todas las trinidades.
  4. El Cuaternario: los cuatro elementos, tierra, aire, fuego y agua, y con ellos la multiplicidad del universo material.
Como se puede apreciar este símbolo tiene un gran aprecio entre nuestra orden ya que se corresponde perfectamente con el Delta Luminoso que simboliza al G:.A:.D:.U:. así como otros símbolos como el de Plancha de Trazar, o Plancha Tripartita (basada en la “tabla de Pitágoras”), el alfabeto masónico , etc. que adornan nuestros templos.
La herencia que la Masonería recibe del Pitagorismo es sobre todo la de la Aritmética y la Geometría, y recordaremos, a este respecto, que en el frontispicio de la Academia de Atenas, Platón hizo grabar una inscripción que rezaba: “Que nadie entre aquí si no es geómetra”, sentencia que podría estar grabada perfectamente en el pórtico de entrada a la Logia masónica, pues efectivamente dentro de ella los masones no hacen sino imitar la propia actividad creadora del Gran Arquitecto mediante la utilización del Compás, la Escuadra, la Regla, el Nivel y la Perpendicular con el fin de edificar su propio templo interior.
                                                               V:.A:.H:.

 Víctor Hugo Valdez Vásquez

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