Los Misterios y
los Iniciados
La
ciencia era, antiguamente, aprendida por unos pocos; se transmitía con su
lenguaje metafórico, esotérico y secreto a cierta clase de hombres que se les
exigía raras cualidades morales. Estos “eligidos” eran separados del vulgo y
eran expuestos ante emblemas y símbolos con el fin de desarrollar sus espíritus
perspicaces en pos del desarrollo espiritual. Estos hombres muchas veces eran
escogidos para liderar el pensamiento y el espíritu de su tiempo debiendo
irradiar muchas veces entre sus semejantes el correcto uso de estos símbolos
para que así pudieran perdurar durante siglos de siglos.
Unos
de los misterios que se estudian en el Arte real en primer grado es el símbolo
ternario, esto tiene sus orígenes en antiguas civilizaciones: el antiguo
egipcio y su influencia en los pitagóricos.
Para
la doctrina pitagórica el ‘Número’ es la ‘medida’ de todas las cosas y la raíz
de las proporciones de la Armonía Universal, manifestada por la música, las
matemáticas y la gramática, como lo atestiguan sus famosos versos de oro, donde
estas ciencias están allí reunidas, conformando una Cábala de la que tampoco
están excluidas las estrellas y los planetas y que tienden a la transmutación
del ser humano mediante la Inteligencia, la Sabiduría, el Amor y la Belleza.
Pitágoras
Según los cronistas, Pitágoras
nace en el 570 a. C. proveniente del Asia menor (Isla de Samos).
Luego más tarde se traslada a Crotona al ser desterrado por Polícrates de Samos. Se le atribuyen varios viajes a
oriente, entre otros a Persia, donde hubo de conocer al mago Zaratás, es decir,
a Zoroastro o Zaratustra. De los egipcios
heredó la Geometría y el arte de la adivinación; de los fenicios aprendió la
aritmética y el cálculo; y de los caldeos la investigación de los astros.
Además obtuvo una formación y disciplina de los sacerdotes egipcios. Dentro de
la comunidad que él fundó (pitagóricos), se le atribuían todas las investigaciones
realizadas. A Pitágoras se debe el origen de la palabra Filosofía, al
considerarse él mismo un amigo (filo) de la Sabiduría (Sofía), referido a
aquella que verdaderamente rescata al ser humano de la ignorancia procurándole
la Gnosis, el Conocimiento
de sí mismo
Pitágoras es el continuador de la
tradición órfica y sus misterios iniciáticos, que adapta a su tiempo,
recibiendo también las enseñanzas cosmogónicas y metafísicas de los sacerdotes
egipcios (es decir de Thot-Hermes) y de los astrónomos-astrólogos caldeos
durante el transcurso de los viajes que realizó por Egipto, Siria y Babilonia.
Como nos dice Diógenes Laercio, uno de los más antiguos biógrafos de Pitágoras:
“Jóven y ávido en ciencia, abandonó su patria y fue iniciado en
todos los ritos mistéricos, tanto en los griegos como en los bárbaros. Luego
fue a Egipto…; de allí pasó a conocer a los caldeos y a los magos. A
continuación en Creta con Epiménides entró en la caverna de Ida, pero también
en Egipto había entrado en los santuarios y había aprendido los arcanos de la
teología egipcia. Desde allí regresó a Samos y, al hallar a su patria bajo la
tiranía de Polícrates, se embarcó hacia Crotona de Italia. Allí otorgó leyes a
los italiotas y logró una gran fama junto con sus seguidores, que en número de
unos trescientos administraban de manera óptima la cosa pública, de modo que su
gobierno fue casi una aristocracia.”
El pensamiento de Pitágoras fue
recogido por sus discípulos y difundido por toda la cuenca mediterránea y el
Cercano Oriente, alumbrando especialmente en la Alejandría hermética y gnóstica
de los primeros siglos de nuestra era, influenciando a los primeros Padres de
la Iglesia (como los neoplatónicos Clemente de Alejandría, Dionisio Areopagita,
Orígenes, Máximo el Confesor y San Agustín), por cuyo conducto pasa a la Edad
Media, resurgiendo con fuerza durante el Renacimiento. De hecho, la
concepción pitagórica del Número-Idea y la estructura geométrica y filosófica
que le acompaña y que lo traduce al lenguaje humano también influye en el
esoterismo judío (la Cábala) e islámico (el Sufismo), y desde luego no ha
dejado de estar presente en el pensamiento científico y matemático de los
últimos siglos.
Pitágoras y la
Masonería
Pitágoras
encontró en la Tetraktys (sobre la que prestaban
su juramento los pitagóricos) el modelo numérico y geométrico que mejor
expresaba esa Armonía. La tetraktys es el número perfecto y la clave de la
doctrina y es posible que jugase un papel muy importante en la trasmutación del
alma:
La Santa Tetraktys pitagórica
- La Unidad: Lo Divino, origen de todas
las cosas. El ser inmanifestado.
- La Díada: Desdoblamiento del punto,
origen de la pareja masculino-femenino. Dualismo interno de todos los
seres.
- La Tríada: Los tres niveles del mundo:
celeste, terrestre, infernal, y todas las trinidades.
- El
Cuaternario: los
cuatro elementos, tierra, aire, fuego y agua, y con ellos la multiplicidad
del universo material.
Como se
puede apreciar este símbolo tiene un gran aprecio entre nuestra orden ya que se
corresponde perfectamente con el Delta Luminoso que simboliza al G:.A:.D:.U:.
así como otros símbolos como el de Plancha de Trazar, o Plancha Tripartita
(basada en la “tabla de Pitágoras”), el alfabeto masónico , etc. que adornan
nuestros templos.
La herencia que la Masonería
recibe del Pitagorismo es sobre todo la de la Aritmética y la Geometría, y
recordaremos, a este respecto, que en el frontispicio de la Academia de Atenas,
Platón hizo grabar una inscripción que rezaba: “Que nadie entre aquí si no es
geómetra”, sentencia que podría estar grabada perfectamente en el pórtico de
entrada a la Logia masónica, pues efectivamente dentro de ella los masones no
hacen sino imitar la propia actividad creadora del Gran Arquitecto mediante la
utilización del Compás, la Escuadra, la Regla, el Nivel y la Perpendicular con
el fin de edificar su propio templo interior.
V:.A:.H:.
Víctor Hugo Valdez
Vásquez
Interesante comentario, saber sobre los albores de la ciencia.
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