Compilación por
el Q:.H:. Víctor Hugo Valdez Vásquez
Las culturas antiguas tenían particular respeto y dedicación a la
astronomía y de manera especial al Sol, a cuyo estudio y ofrenda dedicaron gran
cantidad de sus templos. Por ello se les daba a los solsticios especial
atención, puesto que son precisamente los momentos del año cuando el sol llega
a sus puntos más lejanos de oscilación entre el Sur y el Norte, en junio
(Cáncer) y diciembre (Capricornio) ; es decir, en el momento que en el Astro
Rey tiene su máxima declinación meridional (al sur) o septentrional (al norte),
aparentando detenerse (de ahí el termino latino Sol – Stitium) para iniciar su
camino pendular de regreso hacia el otro extremo.
Desde las épocas
más remotas y prácticamente en todas las civilizaciones se han festejado las
fechas en que se presentan los solsticios: en Roma, se dedicaban al Dios JANO,
representativo del Sol, quien presidía los comienzos, las iniciaciones (en
latín INITIUM, INITIARE) y en particular el ingreso del Sol en los dos
hemisferios celestes.
El mito de Jano
aparece en las tradiciones gnóstica e iniciática de la más remota antigüedad,
erigiéndose en uno de los símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada. Para
entender la trascendencia de la adopción de este mito en la Francmasonería, hay
que tener presente que el mito solar, modelo a escala de la magna dinámica del
Logos en el Universo, es uno alrededor de los cuales gira integralmente la
estructura simbólica masónica.
En cuanto a la
recurrencia de la tradición juanítica primitiva con el esoterismo cristiano,
cabe señalar una estrecha relación, manifiesta en no pocos textos bíblicos,
entre Jesús, nacido en el
solsticio de invierno y Juan Bautista, celebrado en el solsticio de Verano, relación disuelta por razones teológicas muchos siglos después del inicio de la era cristiana, transponiendo esta relación de Jesús con Juan Bautista a Juan Evangelista.
solsticio de invierno y Juan Bautista, celebrado en el solsticio de Verano, relación disuelta por razones teológicas muchos siglos después del inicio de la era cristiana, transponiendo esta relación de Jesús con Juan Bautista a Juan Evangelista.
El cristianismo,
conocido receptáculo de las doctrinas anteriores a ella, adaptó la tradición
Juanítica primitiva y la asimiló a la mitología Crística, ocupando un lugar
preponderante al anular las fiestas “del asno” en verano y las “saturnales” de
invierno para cambiarlas por las fiestas de San Juan Bautista y San Juan
Evangelista, respectivamente. En la Edad Media el ya entonces San Juan de los
cristianos fue adoptado como “santo patrón” de los Collegia abrorum de
artesanos y luego de los constructores, masones operativos, de donde pasó a la
masonería especulativa desde su mismo surgimiento, a principios del Siglo
XVIII.
Desde entonces y
hasta la fecha, la Francmasonería asimiló a Janus dentro de su estructura
simbólica y celebra en su honor las fiestas de Solsticiales, que como marcan
algunos ceremoniales alusivos. Aquí nos sale al paso una pregunta: ¿Por qué
dicen pertenecer a una Logia de San Juan?.
Desde el punto de
vista Histórico, según una acreditada versión a la que hacen referencia varios
autores masónicos, la utilización material del término “Logia de San Juan”
dentro de la Mas:. se remonta al tiempo de las Cruzadas, cuando algunos
caballeros masones se unieron a sus similares de la Orden de San Juan de
Jerusalén, mejor conocidos como Templarios, por lo que en un gesto de
solidaridad con los principios de estos últimos, fue aceptado por los primeros.
Se cuenta que de ahí en adelante todas las logias se llamaron “Logias de San
Juan”. Tal vez en forma sincrónica San Juan fue también tomado como patrono por
parte de las corporaciones que ya señalamos.
No obstante esta
explicación, que pudiera ser satisfactoria y suficiente a los ojos profanos,
deja en los practicantes del Arte Real un hueco que requiere ser llenado al
abrevar unas cuantas gotas del vasto manantial de la ciencia sagrada
tradicional. He aquí algunos hallazgos:
El nombre JANUS o
JANO tiene un parecido muy singular con el de JUAN y no es por casualidad que
éste fue puesto por la tradición judeocristiana en el exacto lugar de aquel.
Filológicamente el
nombre JUAN, en Hebreo Johan, en Griego Joánes, en Persa Jehan, en Salio Jánes,
en Francés Jean, en Inglés John, en Alemán Johann, tiene por radical la voz
semítica JAN.
También tiene una estrecha relación con el dios GANESHA, el “señor de las dos vías” de la tradición hindú.
También tiene una estrecha relación con el dios GANESHA, el “señor de las dos vías” de la tradición hindú.
Ahora bien, si
tomamos el nombre hebreo JEHOHANNAN, resulta que su traducción es “Agraciado o
favorecido de Dios”, es decir, iluminado, iniciado. Por lo tanto el hecho de
reconocerse como hermano o discípulo de Juan dentro de nuestra organización es
de lo más correcto, dado nuestro carácter iniciático y tendiente al
perfeccionamiento.